
Cuenta la tradición que un pastor llamado Martín Barrios pastaba su ganado vacuno en los pastizales de la zona. Un día próximo a la festividad de San Lorenzo, se le extraviaron sus vacas, habiendo salido a buscarlas, llego hasta una pampa pedregosa llena de malezas y espinas; encontrando en ese lugar al ganado extraviado. Junto al ganado Martín Barrios divisó una pequeña figura humana que parecía ser la de un niño vestido con una túnica blanca.

De Canchán, utilizando vehículos motorizados (combis o couster) se llega al lugar denominado "La pampa" distante a solo diez minutos. Allí se inicia verdaderamente el peregrinaje con la incesante subida y el continuo serpentear de cerros.

Peregrinos de diversos puntos del país, se encaminan en esta aventura de fe y devoción. Niños, madres gestantes, personas de la tercera edad y gente de toda condición social y económica, se cruzan en el camino. No hay diferencia alguna entre todos, porque los une un mismo sentido de amor divino.
Ya en el Santuario, son miles de personas las que derraman lágrimas de emoción, alegría y tristeza. Se escuchan las súplica, los milagros y pedidos de protección de los seres queridos. Muchos llegan a solicitar la intermediación del "Señor de Cachuy" para lograr un milagro especial, otros llegan para agradecer por la gracia concedida. La historia es la misma, pero la devoción tiene diversas aristas. Talvés es una de las más sacrificadas peregrinaciones en el Perú, pero demuestra que el amor al Señor, siempre vive entre nosotros. Dios quiera, que el próximo año pueda volver a estar nuevamente por allá.